Mientras la crisis siria entra en su décimo año, el pueblo sirio continúa experimentando una severa tragedia. La mitad de los hombres, mujeres y niños sirios han sido desplazados por la fuerza desde el comienzo del conflicto en marzo de 2011, a menudo, más de una vez. Hoy, los sirios son la población refugiada más grande del mundo.
Año tras año, el pueblo sirio también ha demostrado una increíble resiliencia. Si bien la mayoría de los refugiados en los países vecinos viven por debajo del umbral de la pobreza, también se esfuerzan por ganarse la vida y crear un futuro para ellos y sus familias, buscando regresar a casa pero contribuyendo a las economías de los países que los acogen generosamente, mientras se quedan.
En el noroeste de Siria, la lucha ha obligado a casi un millón de personas a desplazarse desde diciembre de 2019, viviendo en condiciones terribles. Al mismo tiempo, en otras partes del país, muchas familias y comunidades están tratando de reconstruir sus vidas y seguir adelante, a pesar de la interrupción generalizada de los servicios, la destrucción de la propiedad y las dificultades económicas.
«Me impresiona profundamente el coraje y la resiliencia de los sirios. Día tras día, han enfrentado sufrimiento y privaciones”, dijo Filippo Grandi.
Los últimos nueve años también han mostrado una historia de notable solidaridad. Los gobiernos y el pueblo de Turquía, Líbano, Jordania, Irak, Egipto, así como algunos países más allá de la región, han brindado protección y seguridad a los sirios, abriendo sus escuelas, hospitales y sus hogares a los refugiados sirios.
La respuesta de ayuda internacional se ha expandido en escala y profundidad en los últimos nueve años, gracias a las generosas contribuciones de donantes gubernamentales, el sector privado y particulares. Lo que comenzó como una respuesta humanitaria ha sido acompañado por la participación de actores clave del desarrollo, como el Banco Mundial, que brinda apoyo estructurado a los gobiernos e instituciones de acogida, y refuerza la resiliencia de las comunidades de acogida y los refugiados.
Una mamá y su beba huyen del conflicto al noreste de Siria. Foto: UNHCR/© Ritzau Scanpix
Más de 14 mil millones de dólares se han canalizado a través del Plan Regional para los Refugiados y la Resiliencia (3RP) desde 2012, y han sido entregados por una coalición de más de 200 socios, coordinados por ACNUR y PNUD. Se ha proporcionado mucho más a través de ayuda bilateral y otros mecanismos multilaterales.
“Me impresiona profundamente el coraje y la resiliencia de los sirios. Día tras día, han enfrentado sufrimiento y privaciones”, dijo Filippo Grandi, Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados. “A medida que esta crisis se acerca a su décimo año, insto al mundo a que no olvide a los que siguen desplazados en Siria y a quienes se han visto obligados a huir al extranjero. Debemos reconocer y apoyar la generosidad de los países vecinos, uno de los mayores actos de solidaridad en décadas. Sin embargo, debemos mantener el rumbo. Se necesita más”, añadió.
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De hecho, nueve años después, el desafío ha sido mantener y expandir el apoyo a la región, especialmente en un momento en que las comunidades de acogida, por ejemplo el Líbano, viven con dificultades económicas. El Plan Regional para los Refugiados y la Resiliencia (3RP) para 2019 recibió el 58% de los fondos de su llamamiento de 5.400 millones de dólares. La brecha entre las necesidades reales y los recursos disponibles se amplía cada día. La falta de ayuda, el acceso limitado a los servicios de salud y la educación aumentan los costos diarios y ponen a las familias refugiadas en riesgo de caer en una espiral irreversible de vulnerabilidad. Por desesperación, algunos refugiados se ven obligados a sacar a sus hijos de la escuela para trabajar y mantener a sus familias. Otros reducen sus comidas diarias. Vulnerables a la explotación y el abuso, algunos recurren a las calles, los matrimonios precoces o el trabajo infantil.
Nueve años de crisis han dejado una huella en toda la región. Los países de acogida siguen necesitando financiación previsible y oportuna para poder seguir apoyando a millones de refugiados sirios, para garantizar que los servicios nacionales puedan hacer frente y ampliar las oportunidades tanto para los refugiados como para las comunidades de acogida. También se necesita apoyo para quienes desean ejercer su derecho a regresar a casa. El Pacto Mundial sobre Refugiados, afirmado por la ONU en diciembre de 2018, ofrece a los gobiernos y al sector privado un plan integral para los refugiados a través de una respuesta más predecible y un reparto equitativo de la responsabilidad. Los refugiados sirios y sus comunidades de acogida dependen de ello.
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