Feb 04

Abogar por las personas LGBTIQ+ desplazadas es la misión de vida de una mujer trans en Colombia

Mientras camina por la orilla del río Atrato, en la ciudad de Quibdó, al noroeste de Colombia, una mujer trans afrocolombiana – de 36 años y de nombre María Victoria Palacios – recibe saludos, sonrisas y buenos deseos de los vecinos. La comunidad la conoce por su carisma y por su papel como activista.

Desde pequeña, María Victoria notó que tenía dotes de liderazgo. “En algún momento me preguntaron: ‘¿Los defensores de derechos humanos nacen o se hacen?’. Mi respuesta fue: ‘Nacen’”.

María Victoria creció en Quibdó, en el departamento colombiano de Chocó, una de las regiones más afectadas por el conflicto armado que durante tanto tiempo ha azotado al país, donde niñas y niños permanecen en sus casas o comunidades, o suelen ser reclutados por grupos armados irregulares. Con la violencia atacando por todos los flancos, el riesgo de desplazamiento interno está siempre latente; además, dadas las circunstancias, niñas, niños y adolescentes son altamente vulnerables a la depresión, el abuso de sustancias o, incluso, el suicidio.

En este contexto, con apenas quince años, María Victoria empezó a brindar primeros auxilios psicológicos comunitarios a adolescentes vulnerables que pasaban por momentos difíciles, pues se sentían solos, ansiosos y frustrados. Muchos de ellos pertenecían a la comunidad LGBTIQ+. María Victoria comprendía las dificultades que enfrentaban pues, al haber nacido y crecido en una familia conservadora, no podía ser quien realmente era. Luego de haber recibido terapia, aunque sabía que sería rechazada, finalmente se armó de valor para hablar de su orientación sexual con su familia. El tiempo pasó y ella entendió cuál era su misión de vida: defender los derechos de las personas LGBTIQ+ en Chocó.

Perseguidos por su orientación sexual

La segunda población desplazada interna de mayor proporción en el mundo – es decir, 6,8 millones de personas que aún necesitan asistencia y soluciones – se encuentra en Colombia. Las comunidades indígenas y afrocolombianas se han visto gravemente afectadas por el conflicto armado; de hecho, corren un alto riesgo de ser desplazadas. Sin embargo, cuando se trata de personas LGBTIQ+ afrocolombianas o indígenas, los riesgos son aún mayores, pues con frecuencia se convierten en blanco de los grupos armados debido a su orientación sexual. Dado que suelen quedar aisladas dentro de sus propias comunidades, solo tienen dos opciones: renunciar a su identidad de género o abandonar su hogar.

No obstante, un lugar distinto no es necesariamente un lugar seguro. “Para una persona trans, la reubicación implica sufrir recriminación, discriminación u otros tipos de violencia”, recalca María Victoria.

María Victoria sostiene la bandera trans © ACNUR/Catalina Betancur Sánchez

 

El propósito de Latidos Chocó, la organización que María Victoria fundó en 2015, es impedir que esto ocurra y garantizar los derechos de la comunidad LGBTIQ+.

En menos de diez años, María Victoria no solo ha logrado que las personas trans en Quibdó tengan acceso a educación terciaria, sino que, cuando se gradúan, el nombre que aparece en su diploma coincide con su identidad. Además, María Victoria se ha convertido en el vínculo entre la comunidad trans y la municipalidad de Quibdó, para que las políticas públicas incluyan a las personas trans desplazadas y para que todas ellas tengan acceso a servicios de salud.

 

“Me hace sentir que me necesitan, así que aquí sigo”

 

María Victoria ha alcanzado todos estos logros en un contexto que suele ser hostil. “En algún punto de mi vida pensé en abandonar el proceso, pero me llaman y me dicen: ‘María Victoria, tengo un problema’. Esto me hace sentir que me necesitan, así que aquí sigo, y me siento feliz”.

Creación de espacios seguros

Las personas por las que lucha son una familia para María Victoria.

“[Ella] es como nuestra madre”, asevera Sharok, una mujer trans afrocolombiana que ha sido desplazada en su propio país. “Por el papel que desempeña, siempre está al tanto de todo, no solo de cuestiones de asesoría. Además, se encarga de crear espacios seguros en los que podamos reunirnos para dejar de lado nuestras preocupaciones y compartir en comunidad”.

Sharok fue forzada a abandonar su hogar en Boyacá, Chocó, en el 2002, a raíz de una masacre que desplazó a más de 4.000 personas. Sin embargo, no fue sino hasta 2018 cuando se puso en contacto con María Victoria para solicitar su ayuda. Sharok necesitaba con urgencia una cirugía de reasignación de género, pero el sistema de salud se rehusó a practicársela. María Victoria la acompañó en una larga pero fructífera batalla legal para tener acceso a la cirugía; ahora, ambas trabajan codo a codo en la administración de Latidos Chocó.

En conjunto con ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, María Victoria ha viajado a áreas de difícil acceso en Chocó – ahí viven muchas personas desplazadas internas; la mayoría, indígenas y afrocolombianas – para generar consciencia en torno a los derechos de las personas LGBTIQ+. Asimismo, ha capacitado a las autoridades, incluida la policía, para construir una sociedad más inclusiva.

Este año, ACNUR está colaborando con Latidos Chocó tanto para apoyar su activismo y sus actividades de incidencia como para fortalecer sus vínculos con otras organizaciones LGBTIQ+ en la región.

¿Qué proyecto emprenderá ahora María Victoria? La creación de “La Casa Rosa”, un hogar para personas LGBTIQ+ que han sido víctimas de desplazamiento y violencia de género, en el que pasarán por un proceso de sanación con el apoyo de un equipo experto e interdisciplinario.

María Victoria espera que llegue el día en que ninguna persona sea forzada a abandonar su hogar por ser quien es. Mientras tanto, seguirá trabajando incansablemente para apoyar a las personas LGBTIQ+.

“Debemos decirle al Estado: ‘Aquí estamos, estamos vivas, esta es nuestra experiencia”, recalcó. “Necesitamos movernos libremente, y no sentirnos perseguidas por nuestra orientación sexual o por nuestra identidad de género”.

 

 

Button Image