Sep 09

A pesar de los avances, queda mucho por hacer para liberar el potencial de la educación de las personas refugiadas

Cinco años después del lanzamiento de la estrategia de Educación para las Personas Refugiadas 2030 de ACNUR, el informe de este año sobre la educación de la población refugiada revela que, si bien se han logrado avances notables en la educación y la matriculación de las personas refugiadas en todo el mundo, siguen existiendo retos importantes, ya que casi la mitad de los 14,8 millones de niñas y niños refugiados en edad escolar siguen sin estudiar.

Los datos de 65 países que acogen personas refugiadas que se analizan en el informe muestran que aproximadamente 7,2 millones de niñas y niños refugiados no reciben educación debido a una serie de factores, como inseguridad, falta de políticas educativas inclusivas, limitantes de capacidad y barreras lingüísticas, lo que pone en riesgo la prosperidad futura de la juventud y les niega la oportunidad de desarrollar su potencial.

Las tasas brutas medias de matriculación de personas refugiadas en el año académico 2022-2023 se situaron en el 37 por ciento en preescolar, en un más alentador 65 por ciento en primaria y en el 42 por ciento en secundaria. La matriculación mundial de refugiados en la educación terciaria, donde las barreras incluyen las altas tasas de matrícula y la falta de conectividad confiable, no cambió en comparación con el informe del año pasado del 7 por ciento, el punto medio para alcanzar el objetivo del 15 por ciento para 2030 (15by30). A pesar del aumento de la población global refugiada en edad de cursar estudios terciarios en 2023, esta cifra se mantuvo en el 7 por ciento debido a un aumento real de casi 50.000 personas refugiadas matriculadas en la educación terciaria.

El informe también muestra que persisten las disparidades de género en el acceso a la educación para las personas refugiadas, y más de 600.000 niñas, niños y jóvenes de Ucrania desplazados permanecen sin escolarizar debido a la guerra en curso en su país, al comenzar su cuarto año escolar interrumpido.

“La educación puede salvar vidas, las evidencias son claras”, declaró Filippo Grandi, Alto Comisionado de las ONU para los Refugiados. “La educación se asocia a una menor probabilidad de embarazo en la adolescencia y de matrimonio precoz, dando a las chicas la posibilidad de forjar su propio destino. Para los chicos, más años de educación se traducen en una menor probabilidad de comportamientos de riesgo y, por tanto, en menos violencia y victimización. Y para todos, la educación abre las puertas a un mayor acceso al mercado laboral y permite a las personas refugiadas ganarse la vida y mantener a sus familias. Sin lugar a dudas, la educación se traduce en una vida mejor. A medida que nos acercamos a 2030, reafirmemos nuestro compromiso con el derecho de la niñez y la juventud a aprender”.

A pesar de las barreras, se han logrado avances prometedores en los últimos cinco años, y el nuevo informe indica que el acceso de las personas refugiadas a la educación se ha ampliado en algunos países de acogida clave. Además, aunque pocos refugiados se presentan a convocatorias de exámenes nacionales, los índices de aprobación siguen siendo altos y en ocasiones incluso superan los promedios nacionales.

Entre los factores que contribuyen a los avances se encuentran el firme compromiso de las partes interesadas en la educación y el gobierno, las instituciones de educación superior y la expansión de programas emblemáticos como la Iniciativa Académica Alemana para Refugiados Albert Einstein, conocida como el programa de becas DAFI. El informe también concluye que el deporte ofrece un salvavidas, ya que reúne a niñas, niños y jóvenes de todos los orígenes en torno a un interés compartido que no solo crea relaciones, sino que también fomenta el sentido de valoración, seguridad y pertenencia de la niñez.

Recientemente, el Foro Mundial sobre los Refugiados de 2023 contribuyó en traducir el principio de la responsabilidad internacional compartida en acciones concretas, a través de compromisos y contribuciones de alto nivel, así como del intercambio de buenas prácticas basadas en pruebas.

ACNUR hace un llamamiento a los Estados de acogida, gobiernos, donantes y socios para que continúen y aceleren la cooperación internacional sostenible y las alianzas innovadoras para abordar las necesidades educativas de la población refugiada de aquí a 2030. Aumentando los recursos, ampliando los programas y utilizando herramientas eficaces para llegar a la niñez desplazada o apátrida, podemos sentar las bases de un futuro que permita que niñas, niños y jóvenes refugiados aprendan, prosperen y desarrollen su potencial.

DONAR AHORA

Button Image